CULPABLE DEL DESABASTECIMIENTO: EL GRAN BONETÓN

(Piura, 25 enero 2020)

Luis Gulman Checa

Me refiero al generado por la fallida reparación del Canal de Derivación, inconveniente que, bien mirado, debe traernos a la mente el conocido aserto que sentencia: “No hay mal que por bien no venga”. ¿Por qué? Por cuanto ésta fue  una raya más al tigre de las innumerables obras tiradas  por todas partes ante la supina, punible y  cómplice indiferencia ciudadana, medios y, lo peor y más grave, del Ministerio Público.

Vayamos escrudiñando los intríngulis de tamaña metida de pata que van saliendo a la luz a raíz del, inicialmente, vilipendiado consorcio encargado de la obra que recibió epítetos de alto calibre culpándolo por los graves inconvenientes sufridos por Sullana, Piura y anexos y, a la postre, demandó a la entidad achacándole la responsabilidad por lo acaecido.

Para usted, estimado lector (a), desconociendo los detalles/procedimientos que regulan la obra pública; quién fue el real responsable, ¿el PECHP o el consorcio?

Antes de abocarnos a responder la pregunta, aprovechemos lo sucedido para reflexionar respecto a los vilipendiados y condenados ARBITRAJES, los cuales, de ser procedimientos lógicos y racionales originados a raíz de la aparición de condiciones/elementos no previstos en los Expedientes Técnicos y/o el flujo económico, devinieron en corruptas componendas para saquear el erario. Por extensión, las  adendas, han sido también estigmatizadas. Sin embargo, la verdad, monda y lironda, es que ambos procedimientos son dignos, legales y respetables, salvo que, como se ha entronizado en nuestro asolado Perú, caigan en manos protervas y asquerosas.

Volviendo al tema, considero que el 100% de la responsabilidad de lo acaecido no solo recae en la entidad contratante, el PECHP, sino que, a juzgar por los alegatos del representante del consorcio, existirían elementos para que la justicia, finalmente, determine que debe ser indemnizado por la entidad por la serie de irregularidades presentadas no previstas y achacables a ésta.

Si así fuera, es fácil adivinar la grita estentórea proveniente de ignaros, demagogos y opositores congénitos que bien merecen el epíteto que dice: “Hablan porque tienen boca”, el cual, subliminalmente, sugiere que de cerebro tienen muy poco.

No puedo terminar sin reiterar mi extrañeza por el punible e inexplicable silencio y/o inacción del Ministerio Público encargado de la defensa de la legalidad, de los derechos ciudadanos y de los derechos públicos.

¿Acaso todos ellos no son arrasados con la ejecución de “obras” como la comentada?