TERMINÓ EN BAILE
(Piura, 15 enero 2020)
Luis Gulman Checa
Con marinera de rompe y raja como antaño entre
las palmas de los concurrentes, pero, en este caso, no fue una jarana tradicional
sino el jolgorio desatado entre la gran mayoría de los peruanos por la decisión
del mandatario de cerrar el Congreso, al cual, por cuanto equivaldría a gastar
pólvora en gallinazos debido a que se
evaporó/difuminó, me abstendré de endilgarle calificativos.
En este caso la fiesta no fue animada por una
orquesta sino por la decisión del Tribunal Constitucional, máxima y definitoria
instancia encargada de determinar si las decisiones de los funcionarios se
encuadran o no dentro del marco de la constitución, determinando, respecto a la acción del
mandatario de cerrar el Congreso, qué sí se ajustó a sus cánones. Fin
de la película.
Planteando una comparación futbolera, puede
afirmarse que, humana y naturalmente, lo decidido por los tribunos dejará
infinidad de felices y algunos malhumorados, sucediendo exactamente lo mismo a las secuelas del VAR:
mientras algunos le recordarán todos sus antecesores al árbitro, maldiciéndolos,
otros aplaudirán felices y contentos por el invento de tan ¿nociva? instancia.
Sin embargo, ratificando que nuestro
sufrido/maltratado/saqueado país aún se encuentra a años luz de merecer el
calificativo de auténtico, increíble e inexplicablemente, imitando a quienes,
supongo, deben aparecer permanentemente en programas como el de Magaly Medina,
el mismo día del fallo, ayer por la noche, se presentaron dos tribunos, ella y
él, en competitivos programas diarios de entrevistas abriendo sus almas ante
los inquisidores (a) tal y como los fieles practicantes se acercan al
confesionario.
Sería bueno que alguno de los opinantes
nacionales, cultos, conocedores y preparados, nos informaran si en otras
latitudes, donde los países merecen tal calificativo, es usual que los miembros
de organismos equivalentes a nuestro T.
C. u otros similares, recorran los estudios de televisión como si fueran
funcionarios y/o políticos que sí tienen encargos/responsabilidades comunes y
corrientes, como, por ejemplo, la salud y la educación.
Para agravar tal actitud sembrando tempestades en vez de propender a
generar calma y paz, públicamente y a voz en cuello, cada uno (a) expuso
su criterio, los cuales, como era de suponer, eran contrapuestos.
Ratificando mi rechazo a ambas presentaciones,
sin duda la peor y más indigna y criticable fue la del tribuno Blume al haber
sido parte del bando perdedor, por cuanto, en vez de ir derecho a su casa
compungido y callado reconociendo que una mayoría de sus pares lo derrotó,
salió públicamente a gimotear cual infeliz pobre diablo.
¡Qué triste
espectáculo!