OCCISOS: DIOS ES PIURANO
(Piura, 15 enero 2020)
Luis Gulman Checa
Leyendo en la edición de “Correo” de la
víspera informaciones referidas a
accidentes de tránsito protagonizados por motocicletas y moto taxis, sumando a
ello el haber transitado por diversas zonas de la ciudad incluido el, mal
llamado, Mercado Modelo (más adecuado sería bautizarlo Infierno en la Tierra); reconozco que Dios Nuestro Señor nos protege
sobre manera por cuanto, si así no fuera, las páginas de los diarios no serían
suficientes para dar cuenta de los cientos de occisos que quedarían tirados en
las pistas diariamente.
La situación se agrava por la absoluta falta de
objetividad, achacando culpas a los inocentes, cuando se redacta la información. Ejemplo
palpable de ello está reflejado en el relato de un lamentable y fatal accidente
protagonizado por un motociclista que estrelló su vehículo contra la parte
posterior de un bus. Pregunto, ¿habría que ser un genio para saber que el
conductor del vehículo mayor, antes de ser pasible de alguna responsabilidad,
debería ser indemnizado por la familia del occiso ante los problemas que,
necesariamente, tienen que habérsele generado por el descuido/imprudencia del
fallecido?
Sin embargo, lejos de ello, el sufrido chofer
es maltratado y vejado como si fuera un criminal, por cuanto, como parece ser
el criterio imperante, quien conduce el vehículo más grande, ostentoso o
valioso, obligada y necesariamente, es el responsable de los accidentes.
Ejemplo de ello sería la siguiente información:
Irresponsable conductor
de una moderna, carísima y elegante camioneta 4 x 4, con aire acondicionado y
motor de 16 cilindros, atropelló, matándolo en el acto, a modesto recolector de
leña, padre de 16 hijos, quien volvía a su hogar pasadas las diez de la noche,
cuando empujaba su vetusto triciclo
atravesando la pista de un lado al otro.
¡Cuidado! No se me ocurriría hacer escarnio de
quienes realizan tareas como la mencionada u otras similares para ganarse la
vida, pero, simplemente, no por el hecho de que alguien muera (al fin y al cabo
es la única circunstancia que todos afrontaremos) vamos a satanizar/culpar a quien, evidentemente
y a ojos vistas, antes de ser un perpetrador es un agredido por los evidentes
problemas/inconvenientes que le generarían situaciones como la relatada.
Hay otra perla en el diario: un moto taxista salvó
de morir tras impactar frontalmente con una camioneta estacionada. En
ese caso, por lo menos hasta el momento, los familiares no habrían iniciado
acción alguna contra el propietario de la camioneta por el ¿flagrante delito? de estacionarla sin considerar que
podría ser un peligro para un conductor que, en vez de concentrarse en lo que
hace, anduviera pensando en la cuadratura del círculo.
Como ratificación de lo afirmado en el párrafo
inicial, luego de escribir el presente, salí conduciendo un vehículo y quedé
estacionado, por la luz roja, en primer lugar, en el semáforo de la avenida
Cáceres frente a la sede del gobierno regional. ¿Qué sucedió?
Uno de los bestias, con
apariencia humana, como tantos conductores de motocicletas, fresco y orondo,
pasó a mi lado a buena velocidad y,
zurrándose en la luz roja del semáforo, la cruzó tal y como si fuera el dueño
del mundo.