REFLEXIONES PICANTES
(Piura, 12 enero 2020)
Luis Gulman Checa
Recién leí un largo y enrevesado artículo sobre
el peligro implícito para la humanidad derivado del permanente e imparable
fortalecimiento del narcotráfico, actividad que, por ejemplo, en la vecina
Colombia, en lo referido al número de occisos y daños materiales ocasionados,
deja al promocionado Sendero Luminoso cual niño de pecho.
No tengo la menor duda que la referida lacra
existe, crecerá y se intensificará mientras siga vigente la supina estupidez
que le dio origen: PENALIZAR LA PRODUCCIÓN, COMERCIO Y CONSUMO DE DROGAS.
Imaginemos que, así como tal medida atentatoria
contra la irrestricta libertad que tienen los seres humanos de hacer lo que se
les antoje, siempre y cuando ello no dañe o afecte a terceras personas; se
hubiera puesto en la palestra y aprobado la prohibición del ejercicio de la
prostitución:
¿Acaso habría que ser
un genio para saber que tamaña estupidez habría originado la aparición de
cárteles que, además de convertir a miles de mujeres en objetos transables, se
hubieran “sacado los ojos” buscando disponer tanto de los mejores
ejemplares ofertables como también para
contar entre sus clientes con los varones de más alta alcurnia?
¿Quién o quiénes,
basados en qué y cuándo, penalizaron la producción, comercio y consumo de
drogas?
Analizado el asunto fría y desapasionadamente
y, pensando mal si queremos pensar bien, está más claro que el agua que
las altas esferas encargadas de la
represión son socios de los empresarios traficantes. Así, mientras con una mano
promueven prédicas y discursos contra tal lacra, con la otra, disimuladamente,
reciben su comisión para que el negocio
continúe próspero y boyante, para lo cual, obvia y necesariamente, de vez en
cuando se requiera propiciarle un golpe a la imparablemente próspera actividad.
Opino desde la tribuna por cuanto ni siquiera
consumo cigarrillos, menos aún he probado droga alguna. Sin embargo, muy joven,
16 o 17 años, en el baño del recordado Grill del hotel Bolívar, vi, con
mis propios ojos, a varios señores muy conocidos, ciudadanos de bien,
dignos padres de familia y personas útiles a la sociedad, esnifando polvo de
cocaína. Además, tengo entendido, hasta mediados del siglo pasado era servida, cual pus café, tanto en
restaurantes de lujo como en reuniones sociales de alcurnia.
Para agravar la estupidez humana inmersa en
la penalización de las drogas,
recordemos las nefastas consecuencias originadas por la Ley Seca, como fue la
prohibición de vender bebidas alcohólicas en los Estados Unidos, vigente entre
enero del año 1920 y diciembre de 1933, cuando quedó demostrado que los gobernantes norteamericanos eran
personas inteligentes y de bien, poniendo fin a la equivocada medida
prohibitoria.
Finalmente, no dudo que hasta un alumno de
primaria sabe cuál es el remedio para terminar con la lacra que significa el
narcotráfico, el cual, para colmo, es muy barato requiriendo solamente una
pizca de sentido común:
Imitando el ejemplo de
los estadunidenses, aboliendo la estúpida Ley Seca, despenalizar la producción, comercialización
y consumo de drogas. Así, como por ensalmo, el maligno tráfico actual que está
llevando el mundo al colapso, desaparecería en un instante y, quien quisiera
usar drogas, lo haría libre y voluntariamente a precio huevo.