LA MADRE DEL CORDERO

(Piura, 28 octubre 2017)

Luis Gulman Checa

Un minúsculo recuadro en la edición de “El Tiempo” del día de ayer, develó con absoluta claridad la razón por la que nuestra ciudad - quizá también todo el departamento - es un desastre:

Miranda: “No es culpa nuestra la demora en usar utilidades de Caja Piura para las obras”

“La demora no es por nuestra culpa sino del centralismo del Gobierno Central”

“El dinero existe pero no lo podemos usar sin tener el permiso del MEF”

Aceptemos que, legal y formalmente, nuestro alcalde tiene razón y son los malditos “limeños” los responsables de que continuemos viviendo peor que chanchos en un chiquero.

Sin embargo, existe un concepto denominado GESTIÓN, definido como la capacidad de realizar diligencias con el fin de lograr un objetivo concreto. En el presente caso, que tiene afligido a nuestro alcalde y jodidos a los piuranos, implicaría que no basta con enviar un oficio a la “superioridad” sino que es fundamental agregarle, además de comportarse cual pulga en la oreja, comunicaciones diarias con párrafos m/m como el siguiente:

Por  lo tanto, señor director, le comunicó que, si en un plazo de 24 horas su despacho no emite la autorización solicitada, procederé a demandarlo ante la fiscalía correspondiente por el delito de atentado contra la salud pública.

Otra herramienta que nuestras autoridades tienen a la mano y daría la impresión desconocen, es el recurrir a los congresistas por Piura para usarlos como catapultas, golpeando y bombardeando usando y/o abusando de sus prerrogativas, a los funcionarios “limeños” que traban nuestro desarrollo.

Reiteraré una experiencia propia certificando lo afirmado:

Cuando en 1986 recibí el encargo de conducir el PECHP, a la sazón empeñado en ejecutar su III Etapa, abordé y converse sellando una sólida y fraterna alianza con el diputado José Carlos Carrasco Távara (Q.D.D.G.) con quien invadíamos, cuando así lo decidíamos, cualquier despacho, sea el del presidente de la República o el del ministro de Economía y Finanzas, el trujillano Luis Alva Castro afanado en sacar adelante Chavimochic relegando nuestro proyecto. Sin embargo, a pesar de tremendo escollo, en el verano de 1988 firmé el contrato de ejecución, lo que se logró, única y exclusivamente, por la gestión de José Carlos.

Nuestras autoridades electas deberían tomar consciencia que no son un estropajo que los “limeños” pueden maltratar y despreciar, lo que, fatal y lamentablemente, parecería viene sucediendo según lo declarado por nuestro alcalde.

Señores, por amor a Dios:

¡Ajústense las correas, háganse respetar y cumplan con el deber asumido al ser elegidos!