DEMUÉSTRENLO PUES, IMBÉCILES

(Piura, 21 noviembre 2018)

Luis Gulman Checa

La lapidaria frase espetada pocos días atrás por AGP, exigiéndoles a sus detractores/acusadores demostrar sus latrocinios cuando gobernó,   analizada con cuidado, nos lleva a concluir que quien tiene la imperiosa necesidad de demostrarnos algo a los peruanos, es él mismo:

Es él quien está obligado a demostrarnos cómo fue o qué pasó para que, habiendo aparecido en la función pública como diputado en 1980 en condición de dignamente pobre, concluido
el mandato presidencial, 1985 - 1990, sus riquezas eran comparables con las de Alí Babá, el del cuento.

Siendo inobjetable el raciocinio planteado líneas arriba, subliminalmente,  AGP, con tan tremebunda frase, retó a sus cancerberos a encontrar tanto el dinero que pudiera haber acumulado como su origen.

Curiosamente, me ha venido a la mente la historia de un famoso gánster norteamericano que asoló su país en las primeras décadas del siglo pasado: Alphonse Capone.  En aquellos tiempos nadie dudaba y/o todo el mundo sabía que se trataba de un delincuente y criminal redomado pero, en atención a los pactos de silencio casi sagrados sellados con sangre entre los miembros de estas pandillas (¿sucederá igual en algunos partidos políticos?) la justicia,  incapaz de imputarle delito alguno, de una u otra forma  permitió siguiera libre y campante por demasiado tiempo hasta que, tonta pero felizmente,  terminó encarcelado por haber omitido el pago de impuestos.

Preciso no tener la menor idea de la razón que me trajo a la mente la historia de Capone.

Retomando el tema de AGP, creo que para él, habida cuenta sus fenomenales dotes y capacidad demostradas no solo por la inmensa fortuna que acumuló  sino también por su inconmensurable cotización mundial como conferencista reclamado por doquier por funcionarios y ejecutivos ávidos de enriquecer su intelecto/conocimientos escuchando el mensaje de tan formidable emprendedor que pasó de digno pobre de solemnidad a competidor de Midas; no debería tomarle más de un par de días para describir, en blanco y negro, el esquema que diseñó para acumular enorme riqueza.

Finalmente, en atención a que “un consejo hasta de un conejo”:

Alan: demuéstrales a los imbéciles cómo acumulaste tremenda fortuna.