PAISES FALLIDOS
(Piura, 02 noviembre 2018)
Luis Gulman Checa
Definidos así cuando han desaparecido las
condiciones mínimas e indispensables para la vida civilizada y ordenada de sus
habitantes, situación en la que cayeron, por ahora en américa, Venezuela,
Honduras y Nicaragua.
Tan lamentable situación se origina por la
llegada al poder de gobernantes extremistas, alucinados mesías, que aplicando
sus “mágicas medidas” extenderán la dicha y felicidad en el país entero. Sin
embargo, más temprano que tarde, la realidad revela que lejos de lograr sus
objetivos sumieron a sus gobernados en la desesperación ante el colapso del
aparato estatal y servicios públicos y privados, generalizándose hambruna
y desamparo entre la población, viéndose
obligada, como estamos observando, a liar sus bártulos y enrumbar donde le sea
posible lejos de su hábitat, antaño agradable pero devenido en infierno por
culpa de quienes, en realidad, eran émulos de Satán.
Ante tan macabro espectáculo deberíamos
preguntarnos qué opinión nos merece la inacción tanto de la Organización de
Estados Americanos como de las mismas Naciones Unidas, por cuanto, recurrir al
principio de No Intervención para no hacer nada “mirando hacia otro lado”
cuando cientos de miles de seres humanos la están pasando peor que millones de
animales, de cuatro patas, bien alimentados, protegidos y sanos; deviene en
pecado mortal.
Comparemos el triste espectáculo que estamos
presenciando con la reacción del hombre cuando, por ejemplo, un corto circuito
origina un feroz incendio:
¿Permanecemos
embobados mirando cómo las llamas saltan de predio en predio destruyendo todo a
su paso sin mover un dedo o, por lo
contrario, los bomberos entran en
acción?
Siendo un hecho que, figurativamente, en el
caso específico de Venezuela el “incendio” se inició años atrás, ¿quiénes
deberían ser los “bomberos” que apaguen fuego tan devastador sino los
organismos citados?
Entonces, así como ellos con sus armas ad hoc
atacan directa y ferozmente el origen del fuego hasta extinguir el incendio,
también los países organizados/aunados tienen la obligación de, premunidos no
de mangueras sino armas de diferente calibre y naturaleza, irrumpir en los
países fallidos para erradicar de raíz el mal que los ha infectado: gobernantes
desquiciados y/o corruptos quienes, obvia y figurativamente, merecen ir al
infierno.
Finalmente, los peruanos, comparando la grave
situación que aqueja a los ciudadanos de los países citados con la inesperada
encrucijada que estamos afrontando, debiéramos preguntarnos:
¿Estaremos rumbo a
ser otro país fallido?