¿Y LA CONTRALORÍA GENERAL?

(Piura, 08 noviembre 2018)

Luis Gulman Checa

Sí, estimado lector, me refiero a lo mismo que está usted pensando relacionado con la corrupción que, como dijo Manuel González Prada, está saltando ahí donde ponemos el dedo:

Tan trascendente órgano de control/cuidado del buen uso de los recursos del Estado, ¿se habrá salvado de caer en las garras de tan nefasto cáncer o también sucumbió?

Empecemos considerando que, luego de haber sido reveladas las espeluznantes tratas orquestadas por quienes encarnaban la administración de justicia: Ministerio Público, Poder Judicial y órganos afines; como también la dolorosa e inesperada renuncia del presidente legítimamente electo; además de los expresidentes  condenados, prófugos de la justicia y/o próximos a ser incluidos en la mediática danza bajo la batuta del fiscal José Domingo Pérez; para deducir, por elemental sentido común, que casi estamos obligados a pensar que muchos  “catones” de Contraloría también podrían haber pecado.

Centrémonos en un tema propio y actual como es el Proyecto Alto Piura, cuya gestión fue analizada por la comisión investigadora del Congreso de la República encargada es espulgar el caso Lava Jato, habida cuenta que el contratista original fue Camargo Correa,  empresa brasileña.

No se requiere ser un “experto” en administración de la cosa pública para entender que muchas, por no decir todas, las observaciones formuladas en las conclusiones de dicha comisión referidas a la errada  gestión de este proyecto, debieron ser detectadas, propaladas y paralizadas, en el término de la distancia, por Contraloría General. Entonces:

¿Por qué no movió ni un dedo, deviniendo  en responsable directa de la catástrofe que ha significado tal gestión en detrimento del bienestar y progreso, especialmente, del Alto Piura?

¡Cuidado! No estoy afirmando que ello se haya debido, necesariamente,   a mera y punible corrupción, por cuanto habría otra explicación que, salvaguardando la pureza moral de tales censores, lamentablemente,  nos llevaría a calificarlos de ineptos y/o ignaros y/o unos miembros más de la larga lista de inútiles que se mantienen mamando de la ubre pública sin cumplir con su deber, es decir, podrían ser dignos y honrados pero ineptos totales.

Incluso algún defensor podría sacar de la manga otra explicación, como sería, por ejemplo, que teniendo enorme carga laboral, nunca miraron el Alto Piura.

Sin embargo, para empeorar más aún la punible inopia de esta entidad tan ponderada y manoseada en los últimos tiempos, soy testigo de que si fue debida y documentadamente informada (*) de serias y claras irregularidades perpetradas en el seno del Gobierno Regional de Piura, despilfarrando y/o robando y/o malversando recursos públicos en la gestión de los dos proyectos hidráulicos a su cargo, siendo una primera y clara prueba de lo afirmado, la perversa continuidad de ambos cuando solo debe existir uno.

(*) Por el suscrito y por escrito.