A GRANDES MALES GRANDES REMEDIOS

(Piura, 27 febrero 2020)

Luis Gulman Checa

Cotidianamente se informa sobre la virtual parálisis que viene azotando a entidades públicas por el desmedido, innecesario  e injustificado incremento de sus planillas, es decir y expresado coloquialmente, una modalidad semi disfrazada de robar al erario, aunque en el fondo sea exactamente igual a las coimas exigidas por Alejandro Toledo a Odebrecht. ¿Por qué? Por cuanto ambas inconductas rapiñan  dineros públicos y, en el caso de la coima exigida, si bien fue la contratista quien la canceló, finalmente la pagamos los peruanos.

No se requiere ser un genio para SABER que es urgente e indispensable corregir tal estado de cosas, como también que, cuanto más se demore en adoptar las necesarias medidas correctivas, nuestra vida continuará yendo cuesta abajo.

Sabemos que lo planteado es tierra fértil para que los falsos defensores del bienestar de los estratos menos favorecidos clamen al cielo por lo inhumano del planteamiento al implicar dejar sin trabajo a gran cantidad de burócratas. Sin embargo, no podemos obviar que estas personas, desde el primer día que pisaron la entidad, tenían perfectamente claro que ello tenía su partida de nacimiento en un robo perpetrado por la autoridad que le dio cabida sabiendo que era absolutamente innecesario  y, quizá, inútil e incompetente.

Sin embargo, mirando bajo otro cristal la actitud de estos falsos apóstoles, de continuar la situación tal cual, quienes pagarán mayormente los platos rotos serán las clases menos favorecidas de la sociedad cuya vida se deteriorará a velocidades supersónicas por culpa de la inoperancia institucional, es decir, tales indeseables e incalificables DEFENSORES de los burócratas sobrantes - calificados como cuatro gatos frente a cientos de miles de perjudicados - se estarían zurrando en el futuro de las grandes mayorías.

¡Cuidado! No estoy afirmando que deben ser echados a la calle sin indemnización alguna bajo el argumento que han venido siendo pagados por el Estado, figurativamente, por las puras, es decir, no solo no aportaron nada sino que, para peor, su permanencia fue un freno/obstáculo para la normal marcha de la institución; sino, pagándoles, previamente, todos los beneficios que la ley prevé respetando su condición de “servidores públicos”.

Sería de agradecer a los “expertos y especialistas” si se tomaran el trabajo de estimar a cuánto ascendería el monto necesario para indemnizar a todos quienes están demás en las planillas públicas, tanto de nuestro departamento como del país, para poner esa cifra frente a la dilapidándose/echándose/robándose destinada a la maldita repotenciación de la refinería de Talara.

¡Qué maravilloso sería que las instituciones públicas fueran EFICIENTES!