CURIOSA CRÍTICA TAMBOGRANDINA
(Piura, 06 septiembre 2020)
Luis Gulman Checa
Me refiero a la vertida por el alcalde
distrital de Tambogrande - publicada en
la edición de “El Tiempo” del día de ayer - referida a la falta de
planificación en el valle de San Lorenzo, opinión que comparto al 100% pero por
razones diametralmente opuestas a las suyas.
Fundó su crítica en la omisión de la Junta de
Usuarios de San Lorenzo por no haber gestionado oportunamente la construcción
de las represas de Santa Rosa y Vilcazán, ambas en las alturas del río Quiroz, achacándole el que, en la hora actual, se sacrificarán más
de 2,000 hectáreas de frutales y arroz por carencia de agua en el reservorio.
Así, entonces, según su opinión, si ambas represas estuvieran operativas sí
habría agua disponible y no sería necesario sacrificar cultivos perjudicando
agricultores.
Digresión:
Asumo que, en su opinión, el Estado debió construirlas y, tácitamente, está
urgiéndolo a que lo haga. Le pregunto: ¿cuál sería su actitud/reacción, en su
calidad de alcalde distrital de Tambogrande, si tales obras se iniciaran el día de mañana, mientras,
paralelamente, en su distrito hay decenas o cientos de miles de seres humanos
muriendo de sed por inexistencia del servicio de agua potable, sin que su voz,
curiosamente, clame a los cielos como en el otro caso?
Con todo respeto, digo a tal autoridad que está
absolutamente errada, por cuanto, si las represas existieran la situación
actual sería la siguiente:
El valle de San Lorenzo
habría ampliado la frontera agrícola a m/m 80,000 Has. y en la hora actual el
área por abandonar sería de m/m 18,000 Has., 12,000 de las cuales, marcando un
récord mundial de la estupidez, estarían plantadas de arroz.
Es cierto y fatal que el concepto PLANIFICACIÓN
brilla por su ausencia en San Lorenzo, siendo la prueba más clara de ello la
masiva destrucción de la infraestructura de riego por falta de mantenimiento
ante la carencia de recursos financieros, los cuales, como cualquiera entiende,
debieron generarse a través del justiprecio que, desde el primer día, debió
fijársele al agua regulada, pues, si
hasta la que llega a nuestras moradas para atender necesidades humanas la
pagamos justamente, ¿cómo pudo perpetrarse el error de regalar agua tan costosa
(por las grandes y costosas obras que debieron ejecutarse para almacenarla) para
regar cultivos?
Tales represas deberán construirse cuando algún
privado - obviamente usando SU DINERO
- decida ejecutarlas a modo de inversión,
recuperándola, más las justas ganancias, a través del justiprecio que recibirá
por cada m3 que entregue.
Si al agua se le hubiera fijado, desde el
primer día, un precio justo, el panorama que nos alegraría la vista en la
actualidad, sería el siguiente:
El área sembrada
alcanzaría m/m 50,000 Has., la mayor parte con plantas de raíz y un área adecuada
para pastos cultivados manteniendo el ganado vacuno de leche; los canales, en
gran parte, habrían desaparecido sustituidos por tuberías transportando el agua
para atender los sistemas de riego presurizados, siga usted soñando, estimado
lector.