¿SERÁ VERDAD TANTA BELLEZA?

 

(Piura, 08 septiembre 2020)

 

Luis Gulman Checa

 

Constantemente, a través de las redes sociales,  nos informamos de realidades imperantes en otras naciones sufriendo figurados terremotos cerebrales al constatar a cuántos años luz de distancia nos hallamos del real desarrollo.

 

Ello sucede cuando, por ejemplo, tomamos conocimiento del discurrir de la vida de la señora Ángela Merkel, quizá una de las personas más poderosas que habitan la tierra gracias a su condición de Canciller de Alemania y, también y principalmente, por sus inigualables calidades personales. Sin embargo, para nuestra sorpresa, mientras semejante personaje se moviliza conduciendo su propio vehículo estando sujeta, como una ciudadana más, a pagar de su peculio alguna multa que se le imponga por irrespetar normas de tránsito; en nuestro país,  hasta  autoridades locales, provinciales y distritales, gozan de privilegios, pagados por nosotros, de los que la dama no disfruta.

 

La señora vive con su esposo en un departamento sito en un edificio multifamiliar, conduce su propio vehículo y concurre al mercado a adquirir todo lo necesario para  alimentarse y  subsistir, es decir, la máxima autoridad de Alemania, desarrolla su vida como una ciudadana común y corriente, demostrando así que, por alto que sea su rango, no es más que una persona más al servicio de la población.

 

Cambiemos de objetivo mirando a Suecia, el tercer país con mejor nivel de vida en el mundo, donde, a pesar de subsistir una monarquía, el rey carece absolutamente de poder gobernando la clase política, es decir, los diputados federales, constituyendo un cuerpo equivalente a nuestro Congreso; con las  disculpas a los suecos por equipararlos con los xxxxxx  congresistas peruanos.

 

¿Cuán opulentas y confortables son sus oficinas y de cuántos servidores: secretarias, choferes o  asesores dispone cada uno de los diputados suecos?

 

SON CUBÍCULOS DE 18 M2 Y NO TIENEN PERSONA ALGUNA A SU SERVICIO NI, TAMPOCO, VEHÍCULO, GASOLINA  O SEGURIDAD PROVEÍDOS POR EL ESTADO.

 

Digresión:

 

Mis recuerdos vuelan décadas atrás confirmándome que el país avanza como el cangrejo, es decir, en vez de avanzar retrocede. Más de medio siglo atrás mi  padre fue elegido senador representando a Piura. No tenía  servidor alguno, recibía un sueldo simbólico y vivía bajo cánones similares a los actuales de la señora Merkel. Sin embargo, con el pasar de los años, además que la clase o categoría de quienes iban llegando al Congreso se deterioraba al extremo, los beneficios, gabelas y dones que reciben del Estado se dispararon, y siguen haciéndolo,  hacia la estratósfera.

 

No es lo peor lo que, irracional y estúpidamente, se viene gastando en mantener el Poder Legislativo, sino, por desgracia o designio de Satanás, con cada elección llevada a cabo nuestros votos premian a mayor cantidad de impresentables, por incapaces e incalificables, incluidos probados delincuentes.

 

Me pregunto:

 

¿Cómo diablos podríamos salvarnos del colapso total sin ponerle fin a tal estado de cosas?

 

La solución es muy sencilla y ya se ha dado el primer paso en la dirección correcta, como fue reconocer la generalizada corrupción que nos había infectado recurriéndose al Reino Unido, un país auténtico, para que haga por nuestra cuenta la tarea de ejecutar unas obritas públicas que antaño, las llevábamos a cabo eficaz, diligente y honradamente.

 

Nuestro país se elevará a las alturas, en un santiamén, cuando cedamos en concesión, por un plazo prudente, la administración pública, empezando, obviamente, por la presidencia de la República,

 

¡Cuidado! No se me mal interprete achacándome  afirmar que en el país no hay personas dignas, capaces y respetables para gobernarnos. Jamás afirmaría tal cosa. Sin embargo, no tengo la menor duda que mientras la elección de autoridades continúe en manos de las masas carcomidas por la carencia de valores - proceso que se originó con el Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada liderado por Juan Velasco - continuará el descalabro en marcha de imprevisibles consecuencias.