PIURA: ¡CUÁNTO DOLOR!
(Piura, 22 septiembre 2020)
Luis Gulman Checa
¿Qué maldición habrá caído sobre nosotros al estar
abrumados por noticias deprimentes y
vergonzosas recordándonos, cada día, haber caído en las garras de inescrupulosos
y corruptos, quienes, cubiertos bajo el manto de ininteligibles organismos
públicos, continúan zurrándose en Piura y los piuranos rapiñando y robando el
erario usándonos como mansos y estúpidos borregos?
Informaciones aparecidas el día de ayer en
medios locales, confirman lo dicho:
En zozobra por
anulación de obra (*) del túnel de Culqui
La nueva convocatoria se lanzará el 30 de septiembre, pero
los agricultores temen el colapso de la estructura.
CIP y consorcio se
enfrentan por calidad de obras en río Piura.
Ingenieros afirman que defensas ribereñas no soportarían un
caudal de más de 3,000 m3/s. El consorcio dice que soportaría más de
4,000.
Preciso que opino con conocimiento de causa al
haber estado al frente de diversos
organismos públicos por varios años (lo que me arruinó perdiendo mi tecnificada
chacra), razón por la que estoy muy lejos de ser un neófito en el tema de la
contratación de consultorías y obras públicas, como lo prueba el hecho que ni
una sola de las convocatorias realizadas a lo largo del tiempo, dejó de llegar
a buen puerto sin muertos ni heridos.
Entre ellas, la III Etapa del PECHP.
En la situación imperante desde años atrás,
luego que el “Atila”, Juan Velasco Alvarado, destrozara el Perú y muy particularmente
Piura destruyendo su magnífica organización
agraria, propiciando que el valor de nuestra
producción se sitúa por el 10 % de lo que debería ser; pregunto:
¿Cuál es la autoridad
que, imitando a Túpac Amaru quien entregó su vida en pro de librar al Perú del
dominio español, tomará la figurada espada del Cid degollando a la recua de
rateros que están solazándose aprovechándose de nuestra generalizada incuria?
Sin embargo, ratificando que merecemos todos
los epítetos descalificadores, una vez más, en el último proceso electoral,
votamos con los pies ajustando, aún más y suicidamente, el nudo corredizo que
nos ciñe el cuello.
(*) Contrato.