LECHE DE VACA
(Piura, 12 junio 2017)
Luis Gulman Checa
El escándalo desatado en el país, gracias a
ganaderos panameños, que ha puesto en la picota
tanto al grupo Gloria por vender gato por liebre como a las entidades
reguladoras peruanas que años atrás desestimaron denuncia similar interpuesta
por una empresa competidora local; me trajo a la mente una reflexión fundada
tanto en el sentido común como en el orden natural.
La leche de vaca es
un alimento imprescindible, fundamental e irremplazable, claro que sí, pero solo
para los terneros.
Es sabido que los mamíferos, entre ellos los
humanos, se caracterizan porque las
hembras poseen mamas productoras de leche, único alimento que nutre a sus crías
en sus primeros estadios. En consecuencia, así como a nadie se le ocurriría
alimentar terneros con leche extraída de
mujeres, ¿cuál sería la lógica o fundamento para alimentar humanos con leche de
vaca?
Obviamente, en nuestra condición de omnívoros,
igual a los cerdos, los humanos podemos tomar cualquier leche si es agradable a
nuestro paladar, lo que no implica que su ingesta sea favorable a nuestra salud
y desarrollo al margen de la edad, es decir, por el razonamiento expuesto
líneas arriba, nada justifica/explica/asegura su bondad para los infantes.
Los
bovinos (vacas), a diferencia de los humanos, son herbívoros, por lo que
los terneros, una vez que las madres dejan de producir leche, empiezan a
mordisquear la hierba y se desarrollan y crecen sin problema alguno. Entonces,
si los terneros se crían perfectamente ingiriendo hierbas y nada de leche,
¿cuál es la razón para que los niños, una vez terminado el período de lactación
de sus madres, requieran, necesariamente, consumir leches distintas a las de su
progenitora?
Lo expuesto no implica que el suscrito esté descubriendo
la pólvora porque más de medio siglo atrás leí un artículo publicado en
“La Prensa”, escrito por el Dr. Guillermo Garrido Leca Frías, a la sazón ministro
de Salud, que culminaba con frase similar a la que aparece en negrita líneas
arriba.
Aclaro
que el presente no es un anatema contra la producción de leche de vaca
por cuanto sin ella no gozaríamos de las natillas, el manjar blanco, los
quesillos, los quesos y el yogurt, entre muchas otras delicias, pero sí es una
llamada de atención para reflexionar sobre la existencia de programas que
podrían estar fuera de foco como el promocionado VASO DE LECHE que tantos problemas genera, como, fatalmente, lo
estamos viviendo en carne propia por las condenas recientemente impuestas a
personas de probada honestidad, las
cuales, sin duda, fueron engañadas o utilizadas.