C I U D A D A N Í A

(Piura, 10 setiembre 2018)

Luis Gulman Checa

Condición que le reconoce a la persona diversos derechos políticos y sociales permitiéndole intervenir en la política de su país. Igualmente, cabe definirla como el conjunto formado por los ciudadanos de una nación. En consecuencia, el concepto engloba a todos los habitantes con derecho al voto.

Así,  ciudadanía y sociedad civil son términos usados para señalar al mismo grupo humano, por lo que deberían alarmarnos pronunciamientos de personajes representativos como el siguiente:

Proponen que sociedad civil integre OCI en la administración de justicia.

Letrados opinan que así se garantizaría transparencia en investigaciones contra jueces y fiscales.

Si los actuales miembros de las OCI (s) (Oficinas de Control Interno) provienen de la sociedad civil, ¿qué garantizaría que los nuevos integrantes sugeridos serían, a diferencia de los actuales subliminalmente tachados de corruptos o no idóneos, émulos del Espíritu Santo?

Además, solo para precisar un aspecto, ¿qué mecanismo se utilizaría para escoger a los propuestos  nuevos miembros de tales oficinas? ¿Acaso se estaría pensando en replicar la conformación de los Consejos Regionales establecidos por la primera regionalización, con representantes de diversas organizaciones sociales a las que podrían aunarse, por ejemplo, los comités del vaso de leche, los varios sindicatos de construcción civil, la asociación de vendedores ambulantes del “mercado modelo”  y/o la asociación de campesinos sin tierra?

Tal planteamiento sería razonable si la sociedad civil del país tuviera una conducta ejemplar y fuera envidiada a nivel mundial por su altísimo grado de cultura y respeto a las normas que rigen la vida en comunidad, mientras, paralelamente con tan idílica condición, la administración de justicia, a causa de contrasentidos inexplicables, estuviera en manos de delincuentes que subastan, al mejor postor, el sentido de las sentencias emitidas.

Pero, estimado lector, ¿cree usted que nuestra conducta como sociedad es merecedora de los adjetivos calificativos señalados en el párrafo precedente o, por lo contrario, el nivel de nuestra “ciudadanía” está por las patas de los caballos, es decir, para decirlo suavemente, deja muchísimo que desear?

En conclusión, para el suscrito, tal propuesta no tiene pies ni cabeza y los medios hacen muy mal en difundirlas como si fueran viables.

Finalmente, fiel a la idea que no vale criticar sin  proponer soluciones y, sabedor por experiencia propia que en el sector público abundan las personas capaces y bien nacidas, extiendo la receta  para erradicar la corrupción que nos está asolando:

Basta y sobra con que las diversas autoridades competentes, en vez de otorgar su confianza a delincuentes congénitos, dirijan su mirada a personas de bien. Así, en el término de la distancia se erradicará la corrupción, tan igual, por ejemplo, como desaparece el peligro de diseminación de la rabia al  sacrificar un perro rabioso.