GRP: ¿OFICINA REGIONAL ANTICORRUPCIÓN?

(Piura, 26 setiembre 2018)

Luis Gulman Checa

Desde mucho tiempo atrás me viene llamando la atención la existencia de la instancia señalada en el epígrafe al interior del Gobierno Regional de Piura al considerarla absolutamente incongruente:

¿Acaso los integrantes del GRP provienen de la hez de la sociedad o, por lo contrario, tenemos que asumir que son la flor y nata de ella?

Como el ladrón juzga por su condición, no logro entender la utilidad de semejante esperpento, por cuanto es inaceptable siquiera imaginar que pudiera generarse corrupción en el GRP, especialmente, porque sus integrantes han sido elegidos por el soberano, el pueblo, cuya voz/opinión, como es archí sabido, equivale a la voz de Dios. ¿Acaso Dios puede equivocarse?

Entonces, por lógica elemental, siendo impolutas las cabezas  del GRP, obvia y lógicamente los funcionarios y asesores por ellas designados para hacerse cargo de las diversas entidades de gobierno, necesariamente, tendrán que ser criaturas a imagen y semejanza de sus mentores: también impolutos.

Ahora, como al fin y al cabo somos humanos e imperfectos, pudiera darse el caso que alguien por ahí traicionara la confianza recibida e, inusitadamente, cayera en la nefasta corrupción, digamos, trasegando recursos públicos  a sus bolsillos recurriendo a artimañas descalificadoras. ¿Se necesitaría acaso la citada oficina existiendo tanto la Contraloría General de la República como el Ministerio Público, con la específica tarea de controlar/reprimir a estos escasísimos y desorientados ciudadanos?

Tampoco podemos olvidar que la primera de las entidades citadas mantiene en cada dependencia del sector público, como lo es el GRP, una oficina propia controlando/analizando permanentemente el devenir  de la institución cautelando el buen uso de cada céntimo que recibe del Estado. Por tal razón me atrevería a concluir que la citada oficina es prima hermana del llamado Serenazgo Municipal, por cuanto, ambos, parecería, deben su existencia a la malsana costumbre de inventar instancias innecesarias por redundantes  con el único fin de incorporar a la ubre pública áulicos y allegados invadiendo, irresponsablemente, tareas claramente encargadas a entes especializados.

Precisaré un caso específico que, reconozco, me motivó a escribir el presente, como es el constante señalamiento por parte de los medios del citado mamarracho asociado/hermanado con la lamentable circunstancia que viene afectando la ejecución del anhelado Proyecto Alto Piura, tal y como si los avatares que lo aquejan estuvieran originados en actos de corrupción perpetrados por nuestras dignas y pulcras autoridades y funcionarios.  

¿De qué se les puede culpar a las expertas e impolutas personas que han tenido a su cargo la gestión del proyecto desde que dio sus primeros pasos durante el segundo período de gobierno del presidente regional César Trelles Lara? Absolutamente de nada, siendo por ello condenables las torcidas y malsanas visiones de aquellos  quienes, carcomidos por maligna ponzoña, se afanan en ver turbias oscuridades donde brilla la clara y diáfana luz de la honradez más acrisolada.

Es perfectamente comprensible lo sucedido con el primer contrato de obra suscrito con la contratista Camargo Correa el que terminó resuelto: los responsables cometieron un pequeño, humano y entendible error de percepción al suscribir un contrato para ejecutar una obra que nadie tenía la menor idea de cómo se ejecutaría. ¿Corrupción? ¡Qué ocurrencia! Un simple y mero error propio de la imperfecta naturaleza humana.

Respecto al actual impasse surgido con el consorcio que suscribió el segundo contrato de obra, el cual, según informaciones, habría abandonado la tarea mandándose mudar alegando estar en bancarrota, ¿de qué podríamos acusar a nuestros sufridos y esforzados funcionarios cuando, única y obviamente, resulta más claro que el agua que la mala fortuna se ha ensañado con ellos?

Sugerencia:

Dejen de atosigar a la gerencia y al consejo directivo del Alto Piura integrado por personas de amplia experiencia en el rubro y reconocida, unánimemente, solvencia moral. Olvídense también del señor gobernador quien tiene la última palabra, según el peculiar ROF de la entidad, para que, con calma, cabeza fría y sin reconvenciones casi cotidianas de congresistas quienes, real y legalmente, no tienen vela en este entierro, cuente con la necesaria calma para zanjar la presente episódica circunstancia.

Estimado lector: ¿Entendió?