ESCALOFRIANTE REVELACIÓN
(Piura, 12 setiembre 2018)
Luis Gulman Checa
La edición de “El Tiempo” del día de ayer
apareció con una información deprimente por cuanto ratificaría que la corrupción se ha infiltrado en entes
públicos y estamentos de la sociedad sin compasión alguna.
La corrupción empieza
desde el financiamiento de campañas políticas.
Estudio dice que empresarios aportan a campañas para
ganar obras. Especialistas critican que se deje de lado el bien común.
Tal conclusión no deviene de cualquier “especialista”
de dos por medio como los que suele inventar cotidianamente la prensa, sino, ni
más ni menos que del Instituto de Ética y Desarrollo de la universidad jesuita
Antonio Ruiz de Montoya, a cargo del exdefensor del pueblo, Eduardo Vega.
En lenguaje sencillo, para que todos
entiendan, concluye que detrás de la
campaña de un aspirante a alcalde o gobernador, se asolapa el financiamiento de
empresarios contratistas y proveedores del Estado, los cuales, una vez su quintacolumnista
se aúpa en el cargo, les devolverá lo invertido más los inconmensurables
dividendos propios de toda inversión, adjudicándoles la buena pro en infinitas licitaciones
amañadas.
Seguidamente, dando por descontado que la
flamante autoridad sería un pobre diablo, sostiene que tales
grupos de poder económico se convierten en los funcionarios de los Comités de Selección
a cargo de los procesos de contratación, cobrándose así el favor otorgado durante la
campaña.
Lo atrozmente preocupante es el comentario
del especialista en Derecho y docente de la Universidad de Piura, Luis
Castillo, afirmando que la investigación de Eduardo Vega es válida para el
ámbito público, añadiendo que quienes gobiernan no fomentan el bien común.
“Los ciudadanos
tenemos el derecho de sospechar que (los candidatos) no se dedican a fomentar
el bien común, sino que se dedican a intereses más particulares”. Rematando: “Ser
político en el país y en esta región (ahora) está en manos de personas que
parecen no tener la cualificación moral
y profesional para ejercer el poder”.
¿Por qué, tales
declaraciones, merecen calificarse como atrozmente preocupantes?
Por cuanto, los dos
últimos presidentes regionales, cuyas gestiones, sin duda, deben haber inspirado tan descarnadas declaraciones,
se graduaron como profesionales en la UNIVERSIDAD DE PIURA, uno de los tantos
faros diseminados por el mundo difundiendo las enseñanzas y formando a las
personas a imagen y semejanza de San Josemaría Escrivá de Balaguer, canonizado
transcurridos, apenas, 27 años desde su deceso, hecho ratificatorio de sus
inconmensurables méritos.
Entonces, si ciudadanos formados en aulas tan
pulquérrimas en las que se desempeñan catedráticos con, supuestamente,
impecable formación profesional y moral, una vez integrados a la ciudadanía,
han inspirado tan lapidarios comentarios del citado docente, Luis Castillo,
¿De qué aulas podrían
provenir los ciudadanos que adecenten nuestro asolado y saqueado Perú?