EL SÉPTIMO  MANDAMIENTO

(Piura, 07 enero 2018)

Luis Gulman Checa

El fervor desatado entre la población del Perú ante la próxima visita de Su Santidad, el Papa Francisco, indica que el catolicismo  está sólidamente arraigado en nuestro espíritu, hecho reconfirmado por las innumerables devociones a Cristos, Vírgenes, Santos, Beatos y Cruces a lo largo y ancho de nuestro país. Así, bien podría decirse que el motor que nos impele y empuja por la vida, es la arraigada fe católica.

Sin embargo, reflexionando sobre esta inobjetable evidencia y contrastándola con la encrucijada que atraviesa la gobernabilidad en el Perú,  surge una enorme contradicción  por cuanto la base o piedra primigenia y fundacional del catolicismo son los Diez Mandamientos que Nuestro Señor le reveló a Moisés, el séptimo de los cuales manda NO ROBARÁS, mientras  el origen de la caótica situación política que sufrimos es la acendrada proclividad al robo de peruanos de toda clase y posición.

Entonces, los hechos estarían revelando  que realmente somos  una recua/manada de hipócritas por cuanto, mientras con una mano nos golpeamos el pecho aceptando nuestras culpas y rogando a Dios nos perdone y conceda otra oportunidad para redimirnos, con la otra, simultáneamente, estamos apropiándonos de lo ajeno para engordar nuestros sucios y pestíferos bolsillos. Preguntémonos:

¿Cuántos personajes rateros habrán comulgado, adoptando actitud de santos y puros, durante los Te Deum oficiados por el Cardenal?
 
Ojalá la intermediación de Francisco ante el Altísimo, pudiera posibilitar lo siguiente:

Que cada peruano indigno y ladrón, de capitán a paje, que, ofendiendo ostensiblemente a Dios, recibiera la comunión de manos del Santo Padre, en el acto y como justicia divina y buenaventura para el Perú y tantos peruanos, pasara a mejor (o peor) vida.

¿Es acaso aceptable que  un católico, al momento de cumplir con su deber cívico de elegir/votar, no solo lo hace por un redomado ladrón sino que llega al extremo de justificarse diciendo que roba pero hace obra?

Digresión:

Muchos ladrones son peores que los terroristas porque éstos, por errados que estén, dan la cara y ponen el pecho en el intento de implantar sus creencias.  Sin embargo, los ladrones, especialmente de las altas esferas, a pesar de haber jurado por Dios desempeñar leal y fielmente su labor, rapiñan por lo bajo.

¡Cuidado! No solo roban los funcionarios, de presidente de la República hasta el más humilde,  ni los asaltantes, marcas, agiotistas, etc., dado que también abundan los ladrones de cuello y corbata quienes, solapadamente, no solo birlan bienes y recursos a personas íntimas (hasta a sus padres), sin privarse de  recibir la comunión contritos y piadosos tal y como si su alma no estuviera  infectada por la codicia, la ira, el rencor o la envidia.

Entonces, estimado lector, qué respuesta daría usted a la siguiente pregunta:

¿Francisco visitará un país católico o uno asolado por ladrones?