ACIAGO ANIVERSARIO
(Piura, 05 marzo 2018)
Luis Gulman Checa
Hoy día a las 16.00 horas se cumplió el
quincuagésimo tercer aniversario de la
catástrofe que originó la debacle de la agricultura en el departamento de
Piura. Recordemos que el fatídico 05 de marzo de 1965, sin previo aviso, cuando
no se tomaba en cuenta la temperatura
del agua del mar, cuando no existían los pitonisos climáticos que actualmente
abundan, cuando no había caído ni una mísera garúa del cielo; abrupta e
inesperadamente el malhadado abrió sus compuertas pescando a los
agricultores piuranos, real y efectivamente, con los pantalones abajo.
Imaginemos el valle del Chira, con fecha
legal de germinación el 1° de enero, con algodonales preciosos y empezando a
florear vaticinando un año más de vacas gordas, como se había hecho
costumbre desde el lejano 1959; inesperadamente enfrentado otra vez al criminal
azote que la naturaleza le había infringido en 1953, cuando las incontenibles
crecientes del río lo destrozaron/arruinaron.
Peor fue la falta de memoria no solo de los
agricultores sino de los piuranos en general por cuanto, ante el largo período
de años benignos en lo que a lluvias se refiere, olvidaron que periódicamente,
como lo atestiguaba la gran pendiente de los techos de las casas antiguas,
suele llover en intensidades variables, razón por la que devino en
incalificable la proliferación de construcciones, proyectadas por arquitectos
foráneos ante nuestra estulticia, con techos planos.
Fue patética la reacción de agricultores
operando en el Alto Piura con varios años a cuestas quienes, ante el brutal
aguacero del 05 de marzo que, por ejemplo, tras media hora hizo discurrir un
importante caudal bajo el puente Ñácara que por la mañana había mostrado el
cauce seco de solemnidad; reaccionaron m/m así:
Este año nos llenamos
de plata. Los últimos nos faltó agua.
Cierto, los cultivos salieron adelante con la
insuficiente agua de subsuelo.
Es fácil ser General después de la guerra por
lo que, hoy por hoy, podríamos descalificar a todos aquellos quienes, el 06 de marzo de 1965, no
abandonaron los algodonales y echaron llave a las chacras hasta que
hubiera amainado la tormenta. Si así hubiera sucedido, el año 1965 habría sido
una pequeña e insignificante anécdota por cuanto las chacras/haciendas, sin
mayores deudas contraídas con el Banco del Estado, el año 1966 hubieran
sembrado normalmente y ganado un huevo de plata por cuanto, como
confirmación de la regla que dice que a un año de Niño le sigue un gran año
agrícola, el 66 fue fabuloso para la producción de algodón.
Lamentablemente, recordémoslo, en vez de echar
candado se optó por enfrentar a la naturaleza al extremo que en algunas
zonas llegó sembrarse tres veces, pues tan luego eran arrasadas las nuevas siembras
y el suelo se ponía a punto, se insistía, terca y tozudamente, en volver a
sembrar.
Pasado el período lluvioso el enemigo fue
otro: LAS PLAGAS. Así, los algodonales empezaron asemejarse a la Europa de la primera guerra
mundial por cuanto las avionetas fumigadoras surcaban el cielo todo el día
asperjando productos que, mientras antaño liberaban los campo de plagas por
largos períodos, en esos tiempos aciagos daba la impresión que las fortalecía.
Así, con la agricultura en cuidados
intensivos, cayó la otra maldita/nefasta/malhadada desgracia sobre
Piura. LA REFORMA AGRARIA.
Muchas veces me he formulado la misma
pregunta:
De no haber estado
maltratados, deprimidos, endeudados por los efectos del nefasto año 1965, ¿los
piuranos, demostrando que realmente teníamos cojones, hubiéramos sido tan
tibios/sumisos/cobardes ante la decisión del innombrable paisano?