PIURA: SIN LEY, ORDEN NI SENTIDO COMÚN
(Piura, 123 marzo 2018)
Luis Gulman Checa
Los piuranos estaríamos ad portas de un descalabro monumental al lado del cual los “graves”
(falsa y demagógicamente) perjuicios originados por el “Niño Costero”,
equivaldrían a la picadura de una abeja frente al ataque de un gigante tiburón
ballena tragándose el incipiente desarrollo agrario.
La mención del escualo es una alegoría
referida a la sequía que, según todo lo indica, nos asolaría este 2018. Estimado
lector, aunque usted jamás hubiera tenido relación alguna con la agricultura,
¿no consideraría del más elemental
sentido común SUSPENDER EN EL ACTO el
demencial/irracional/criminal trasplante
de arroz usando los “conchos” que aún guardan los reservorios?
Siguiendo la costumbre de poner la carreta
delante de los piajenos, no han faltado opiniones de personajes representativos
en el sentido que no debemos perder la esperanza, por cuanto, tradicionalmente,
tanto el 19 de marzo como en Semana Santa, el cielo suele ser pródigo abriendo
sus compuertas. De acuerdo con estas personas, pero, debieron agregar y
disponer lo siguiente:
Por el momento y hasta
después de esas fechas, los reservorios se cierran a cal y canto,
Pediría, respetuosa y delicadamente, a los
funcionarios comprometidos con el manejo/distribución/control del agua regulada,
darse una vuelta por el PECHP o el SENAHMI, para revisar registros antiguos, lo
que les permitiría constatar que los años secos no respetan las “reglas”.
Ante la crítica situación que podría estar
acechándonos a la vuelta de la esquina, es pertinente traer a colación el aserto
que dice así:
El gato de
despensero.
¿Qué diablos tendrán que ver los gatos, dirá
usted, con la amenazante sequía?
Simplemente que quienes deciden qué hacer con
el agua son, ni más ni menos, los propios agricultores, los cuales, no solo no
pusieron ni una peseta de su bolsillo para construir las formidables obras de infraestructura
hidráulica que generaron el agua regulada sino que, aparentemente, los “colonos”
de San Lorenzo ni siquiera habrían cancelado las tierras que les vendió
el Estado.
¿Qué diferencia habría entre esta inconmensurable
burrada
y la supuesta decisión política de dejar en manos de los taxistas, moto
taxistas, colectiveros y afines, fijar el precio y la distribución de los
combustibles?