¿SE HAN ALOCADO LOS VARONES?

(Piura, 21 marzo 2018)

Luis Gulman Checa

Resulta espeluznante la incontenible ola  de ataques perpetrados por hombres contra mujeres llegando al extremo de quitarles la vida. Lo más grave, a mi parecer, son las consecuencias que la difusión de estos hechos (a más escándalo más tiraje o sintonía) tiene sobre las personas con taras congénitas o adquiridas por la falta de formación en sus hogares.  Así,  lejos de coadyuvar a eliminarlos  tienen un efecto multiplicador.

Sucede igual con los tatuajes que cada día proliferan más y más entre jóvenes y no tan jóvenes, sin duda influidos y/o siguiendo el ejemplo de los súper héroes de hogaño: Neymar, Vidal, Messi, Guerrero, etc. Lamentablemente los seres humanos, por naturaleza y mayormente, somos copiones y  fieles al aserto que dice: ¿Dónde va Vicente? Adónde va la gente.

Estimado lector, hagamos un ejercicio de imaginación poniéndonos en la situación de un magistrado a cuyo despacho llega un padre de familia acusado de haber dado muerte a un fulano de 22 años descerrajándole ocho tiros de los cuales, felizmente, solo dos fueron mortales; porque desfiguró el rostro de su hija de 18 años propinándole 13 patadas.

Con la mano en el corazón, respóndase in pectore, ¿condenaría a dicho progenitor a cadena perpetua o le daría un diploma por haber librado a la sociedad de una bestia con apariencia humana?

Digresión:

¿Cómo reaccionarán en Sicilia los deudos de las atacadas? ¿Y las rondas campesinas de nuestro país, como la de Gregorio Santos, qué “medicina” aplicarán a estos enfermos o, acaso los premian por cuanto a las mujeres siempre, aunque sea preventivamente, hay que meterles golpe?

Entonces, ante la punible incapacidad de PPK para evitar estos ataques a lo largo y ancho del territorio nacional; ante el desdibuja miento y/o virtual inexistencia de la PNP  para dar la debida protección a las mujeres librándolas de estos bestias; ¿Qué podemos hacer?

En atención a que cada vez más oímos que la seguridad es tarea de todos, los integrantes normales/racionales de la sociedad, al margen de lo que los entes legalmente autorizados, Ministerio Público y Poder Judicial, dispongan contra tales energúmenos; debe convertirlos en zombis, es decir, real y prácticamente, borrarlos  del entorno sometiéndolos al ostracismo absoluto.

Además, como en la imaginaria situación planteada líneas arriba, pienso que sería medida muy efectiva si algunos deudos, radicalmente, hicieran justicia con sus propias manos.