EL  ODIO

 

(Piura, 18 agosto 2020)

 

Luis Gulman Checa

 

Probablemente el odio sea el peor sentimiento que pueda anidar en un ser humano, pues, si el mismo lleva a los corroídos por este mal a desear la peor de las desgracias para quienes son objeto de sus iras y venganzas; es fácil concluir que quienes lo albergan, en la práctica, dejaron de ser humanos.

 

Esto es peor cuando quienes lo airean a diestra y siniestra, me refiero al odio, acuden a los templos  postrándose  contritos y hasta  reciben  la Sagrada Comunión. ¿Será aceptable por Dios que, quien está desbordado por el odio y, por tanto,   desprecia el precepto  que manda  “Amarnos los unos a los otros”, vilmente, reciba la sagrada hostia?

 

Tampoco se crea estoy proponiendo que todos circulemos por las calles dándonos besos y abrazos deseándonos parabienes y la mayor de las venturas, pues es natural y razonable  la existencia de discrepancias y/o disentimientos entre las personas, de modo que el citado precepto, más que una orden de indubitable cumplimiento,  es un llamado a que los seres humanos convivamos sin sacarnos los ojos como si fuéramos bestias salvajes; actitud que, bien mirada la situación, es lo que hacen quienes son consumidos por el odio.

 

Plantearé una reflexión para que cada quien se responda in pectore:

 

¿Sería justo y racional calificar al presidente, Martín Vizcarra, como engendro de Satanás por haberle abierto las puertas al ingreso del Covid al Perú propiciado así la muerte de “cientos de miles o millones” de peruanos; por el estado calamitoso de nuestro sistema de salud; por la falta de educación e incultura de gran parte de nuestra población que no cumple las disposiciones para enfrentar la actual pandemia; etc.?

 

No tengo ninguna duda que, de realizarse una encuesta a nivel nacional planteando esta única pregunta, el 98% respondería. NO. Sin embargo, sintiendo vergüenza ajena y desazón, leo opiniones vertidas por personas aparentemente normales y educadas, revelando a gritos que el odio que sienten por el mandatario es inconmensurable.

 

Como es entendible, el odio contra alguien tiene su origen en alguna acción del odiado que, por una u otra razón, causó una herida casi mortal en el odiador. Así, entonces, he llegado a determinar, a juzgar por quienes derraman más odio contra el mandatario, cuál fue el detonante que despertó reacción tan irracional:

 

El cierre del repudiable Congreso apegado a la Constitución aprobada por los mismos que fueron decapitados.