LAS OTRAS PANDEMIAS

 

(Piura, 13 agosto 2020)

 

Luis Gulman Checa

 

La emergencia generada por la pandemia del Covid nos ha hecho desentendernos o relegar hasta el olvido, la existencia de muchos otros problemas y situaciones que nos acechan oscureciendo nuestro futuro, constituyendo una gravísima negligencia de quienes tienen la responsabilidad de velar por el  bienestar de la sociedad.

 

En atención al aserto que dice “cada loco con su tema”, llamo la atención sobre el gravísimo problema que se viene incubando contra la actividad agrícola por la irracional e incalificable decisión de plantar segundas campañas de arroz (cuando hasta la primera es, con todo respeto, una bestialidad) cuando los aportes de los ríos que abastecen nuestros reservorios (sí, son de todos los peruanos porque fueron construidos por el Estado) ESTÁN POR LOS SUELOS, es decir, son ínfimos y, para peor, los indicadores del clima revelan que continuarán tan pobres.

 

Digresión:

 

Reitero un comentario anterior referido a la debacle agrícola sufrida el año 1965 debido a la presencia de un fenómeno “El Niño” tras haber disfrutado de siete años maravillosos por cuanto no hubo excesos climáticos y el algodón equivalió a una panacea maravillosa. ¿Por qué aquel año arruinó la agricultura? Por cuanto, desdichadamente, no hubo ni una sola voz que advirtiera que la guerra contra las plagas para preservar el cultivo, estaba perdida, de modo que, había no solo que abandonar sino gradear los algodonales y esperar el próximo año, el que fue, como todos los posteriores a un “Niño”, maravilloso.

 

Actualmente, hay segundas campañas de arroz tanto en San Lorenzo como en el Bajo Piura, pregunto: ¿quién o quiénes serán los responsables y cómo pagarán el inmenso perjuicio generado a la agricultura permanente cuando los reservorios se encuentren secos por haber tirado el agua plantando arroz?

 

Para peor, los cultivadores de arroz, cuando los responsables abran los ojos y pongan fin a tan brutal desperdicio dejándolos en el aire, exigirán a gritos ser compensados por el Estado, es decir, todos nosotros, por las pérdidas sufridas.

 

Lo seguiré repitiendo hasta que se entienda: Nuestra agua regulada, que no es de quienes la vienen mal utilizando gratis, es un real y auténtico PATRIMONIO DE PIURA y debe preservarse, guardarse y administrarse con pulcritud, eficiencia, profesionalismo y sentido común. Cuando ello se haga realidad, el departamento de Piura, pondrá en valor el inmenso potencial agrícola disponible convirtiéndose en un emporio de riqueza y bienestar.