MARTÍN VIZCARRA: ¿GENOCIDA Y LADRÓN?
(Piura, 31 julio 2020)
Luis Gulman Checa
Los peruanos recién nos enteramos que quien se
hizo de la presidencia por la ventana no solo
traicionó a PPK quien siempre actuó como impecable funcionario sin hacer
ni un guiño al sector privado; cerró el impoluto Congreso recurriendo a una
atroz artimaña con el protervo propósito de enquistarse en el gobierno; se
rodeó de una banda de delincuentes, incluido su propio hermano de padre y
madre, para que, a su sombra y guardándole su tajada, rapiñaran
y robaran el erario; sino que, además, en incalificable y demencial contubernio
se alió con los chinos para importar, directamente y sin escalas, el maldito
virus Covid 19 con el fin de generar una ola incontenible de occisos con
el evidente fin de, previo trato bajo la
mesa con los dueños de cementerios, acrecentar su ya cuantiosa y mal habida
fortuna recibiendo una coima por cada sepelio.
Digresión:
¿Acaso no parecería la descripción, parcial, de
la gestión de otro expresidente?
Así, transcurridas varias décadas, cuando la
humanidad descartaba la aparición de otro genocida como el abominable Adolph
Hitler, resulta que nuestro país, situándose en la cima del mundo, produjo, en
la sureña Moquegua, un monstruo incalificable que goza y disfruta ambulando por
los hospitales del territorio patrio regocijándose ante los atacados por el
virus muriendo como moscas por cuanto, previamente y para asegurar el éxito de
su plan, había mandado desmantelar los magníficos/formidables/envidiables
hospitales con los que nuestros recordados y adorados expresidentes Alberto
Fujimori, Alejandro Toledo y Alan García, entre otros, nos habían bendecido.
Debemos
agradecer al preclaro y probo autor de El Otorongo, anexo de “Perú.21” que
aparece cada viernes, por habernos abierto los ojos con la prístina y
reveladora caricatura mostrando al citado genocida circulando montado en un
elegante coche, ostentando la rojiblanca, sobre un mar de calaveras, evidente reflejo de los
cientos de miles de occisos producidos en el Perú por su malignidad y afán de
enriquecerse a costa de nuestras vidas.
Conclusión obvia: Para el citado autor,
Adolph Hitler bien puede calificarse como niño de pecho comparado con el
monstruo moqueguano.
Otrosí: Nuestros diligentes, preclaros y
honorables hombres de prensa, desde tiempo atrás, habían puesto ante nuestros ojos
las pruebas evidenciando el maldito y dominante
gen de la corrupción instalado en el susodicho, el cual había asomado
desde los lejanos tiempos cuando se desempeñó como presidente regional de
Moquegua, donde tuvo .la insolente desfachatez y desvergüenza de succionar al
erario gran cantidad de millones con el pretexto de la construcción de un hospital
que nadie ha visto.
En los últimos días, reconfirmando ser un
corrupto redomado (¿al extremo que, por ejemplo, Vladimiro Momntesinos deviene
en beatífico?), salió a la luz que los familiares de la joven, incompetente e
ignara ministra de Economía designada por el ¿sátrapa?, cobijados bajo la
sombra emanada de su encumbrada pariente, también venían rapiñando el erario
valiéndose de empresas fantasmas que facturaban sin servicio u obra de por
medio. ¡Infames!
Luego de lo expresado y cambiando de cristal,
los hechos, reacciones y actitudes de tantos compatriotas ante las
circunstancias que se vienen dando en el país, reconfirman que, de no
producirse un cambio radical y milagroso en el futuro inmediato, el Perú no
tiene remedio y seguirá precipitándose en el abismo.
Una pregunta para que cada uno se responda y
obtenga sus conclusiones:
¿Quién sería elegido el
próximo abril si los competidores solo fueron Roque Benavides y Antauro Humala?