NEGLIGENCIA CRIMINAL
(Piura, 26 agosto 2020)
Luis Gulman Checa
Tal expresión se aplica, mayormente y como
reiterado ejemplo, a quien conduciendo un vehículo con alto contenido de
alcohol en la sangre y/o hablando por celular, en ambos casos zurrándose en claras normas que lo prohíben; atropella y siega la vida de una o
varias personas por haber invadido la acera y/o ignorar el semáforo en rojo y/o
alguna inconducta similar.
Sin embargo, en mi opinión, reconociendo mi
condición de absoluta ignorancia en asuntos legales, cada vez que me topo, cual
trampa mortal, con un MALDITO ROMPEMUELLES del mismo color del asfalto y sin
ningún aviso anunciando su existencia; pienso que el responsable de ello está
cometiendo, tan igual como quien tiene alcohol en vez de sangre en las venas,
un acto criminal.
¿Cuán bestia o salvaje se requiere ser para
poner tremenda trampa perfectamente camuflada sin el correspondiente aviso
advirtiendo al conductor, tal y como se estila en las carreteras (LA ESTUPIDEZ
IMPLÍCITA EN COLMARLAS DE ROMPEMUELLES ES ESTRATOSFÉRICA), para que tome las providencias
del caso disminuyendo la velocidad?
Pero, continúo preguntándome y pienso en
instituciones existentes para velar y defender los derechos ciudadanos, como el
Ministerio Público y su anexo, la Defensoría del Pueblo (absolutamente
innecesaria y solo útil para hacer más pesada la carga burocrática), cuyos
representantes, asumiendo que tienen ojos para ver y riñones para sentir los
golpes; no toman medida alguna contra tales criminales encubiertos y hasta
vestidos por figurativas sotanas siendo realmente émulos de Satanás.
Continúo reflexionando concluyendo que cuando
era colegial no existían tales engendros (rompemuelles) y, sin embargo y que
recuerde, jamás los alumnos que fluían hacia y desde los colegios fueron arrollados por un vehículo, lo que me
lleva - habida cuenta que actualmente los centros educativos están rodeados,
emulando las murallas que antaño protegían las ciudades, por los citados
esperpentos -; a una de dos
conclusiones: 1) Los piuranos nos hemos bestializado al extremo que al conducir
un vehículo nos domina un afán incontenible, cual Dráculas sedientos, por
atropellar a cuanto ser humano se nos
aparece a la vista y mejor aún si es
joven y viste uniforme, o 2) Para desgracia
de la ciudadanía, desde tiempo atrás, la irracionalidad hizo presa de nuestras
autoridades sembrando tales trampas por
todo el ámbito ciudadano sin ton ni son.
Como respeto las opiniones del prójimo, no me queda
más que, haciendo de tripas corazón, continuar soportando los rompemuelles,
pero, estimado lector, ¿concuerda que es un crimen ponerlos como trampas sin
advertencia alguna¡?