MATANDO NUESTRO IDIOMA

 

(Piura, 07 agosto 2020)

 

Luis Gulman Checa

 

Tal crimen perpetran los medios cuando usan términos equívocos para describir/informar hechos o situaciones, como, por ejemplo, el siguiente  llamado aparecido en la primera plana de “Correo” de la fecha:

 

Matan a un anciano en la carretera Panamericana.

 

Estrictamente, a juzgar por el titular, debemos entender que en algún punto de la carretera panamericana un asesino descerrajó varios tiros de pistola contra un anciano dejándolo tirado.

 

Sin embargo, en el desarrollo de la información queda claro que ello no sucedió, y si bien es verdad  se halló el cuerpo de una persona de edad tirada el lado de la carretera con evidentes pruebas que había sido atropellado por un vehículo, como lo demostraba la presencia de restos de un guardafangos al lado del cadáver, salta a la vista que se trató de un lamentable accidente, cuya culpa y responsabilidad fue de pura y neta responsabilidad del occiso, por cuanto, como cualquiera entiende, prácticamente se suicidó al cruzar, evidentemente haciendo gala de supina imprudencia en horas de la madrugada,  una vía destinada a la circulación de vehículos.

 

¿Cuál hubiera sido el titular acorde con la realidad?

 

Anciano agricultor pierde la vida al cruzar, imprudentemente, la carretera panamericana en horas de la madrugada.

 

El infortunado conductor, sin duda consumido por los nervios, no se detuvo.

 

Dejando de lado al occiso, fijemos nuestra atención en el  conductor quien, respetando estrictamente las normas vigentes al estar conduciendo un vehículo con revisión técnica, SOAT y brevete vigentes y sin tener ni una gota de alcohol en la sangre, abruptamente, enfrenta tan aciaga circunstancia sin duda por designio del maldito Satanás. Le pregunto a usted, estimado lector: ¿Alguna vez se encontró en la situación del citado conductor? Por cuanto, si jamás hubiera enfrentando tan aciaga experiencia, no sería dable que hiciera cera y pabilo del conductor por no haberse detenido, pues, además, ¿para qué hacerlo si era  evidente  que el atropellado se había convertido en occiso, cuando, en nuestro país, todos los conductores de vehículos somos potenciales delincuentes a causa de las bárbaras imprudencias perpetradas por peatones, ciclistas, motociclistas, moto taxistas y, también, conductores de vehículos mayores?

 

Imagino que en un país auténtico, el afectado conductor, sería indemnizado por los deudos del occiso.