CHAMBA PARA SHACK

(Piura, 14 agosto 2017)

Luis Gulman Checa


La edición de “El Tiempo” del día de ayer trajo una, aparentemente, simple e intrascendente información, con llamada en portada:

SULLANA
Los centros de salud están inservibles luego de las lluvias.

A consecuencia de El Niño Costero, los Centro de Salud de Montelima en el distrito de Ignacio Escudero y los establecimientos de  La Huaca y Viviate están inhabitables al sufrir rajaduras en sus estructuras. 

También mencionan que la empresa Agrícola del Chira Caña Brava, cumpliendo con la llamada responsabilidad social, ha contratado un médico para atender a los sectores de San José y San Miguel. ¡Bien hecho!

Sin embargo, conocedor del lugar y la época en que dicha empresa construyó sus edificaciones, me vino a la mente la siguiente reflexión:

Cómo puede ser Dios tan injusto: mientras las instalaciones de Caña Brava (propiedad de gente adinerada y solvente) soportaron incólumes los descomunales/brutales aguaceros descargados por el diabólico Niño Costero; los centros de salud, construidos por el Estado para dar atención a personas menesterosas, fueron cuasi derruidos.

Siendo inaceptable tan vil actitud de parte de Nuestro Señor, reflexiono:

Tiene que haber sido el diablo, maligno y perverso, quien dirigió los torrentes diluviales contra los centros de salud  destruyéndolos y dejando abandonada a su suerte la salud  de los pobladores de la zona.

Sin embargo, reacciono y, poniendo los pies en la tierra, llego a la siguiente lógica conclusión:

Ni Dios ni el diablo tuvieron “vela en este entierro”, pues, simple y llanamente, los únicos responsables de tal destrucción son los “profesionales” que proyectaron, ejecutaron y supervisaron tales centros de salud, sea por incompetentes y/o por ladrones.

Continúo recapacitando  y considero   imposible tanta incompetencia al tratarse de edificaciones tan simples y modestas que podrían durar 100 años, si fueran construidas por un maestro de obras  honrado.



Entonces, no me queda más que concluir que tal destrucción se debe a la sagrada mas no escrita ni promulgada Ley del 10% (salvo que haya trepado a 20 o 25), según la cual, mayoritariamente, del presupuesto de cada obra pública, un porcentaje del mismo se destina a sucios bolsillos de funcionarios corruptos y traidores.

No es necesario ser un genio para entender que estos dineros sustraídos atentan contra la calidad constructiva, como, por ejemplo, utilizando menor cuantía de fierro o disminuyendo la cantidad de cemento en las mezclas, siendo la consecuencia directa de estos robos  el deterioro prematuro (he leído de casos que son inauguradas mas no pueden utilizarse) de las obras.

Recomendación para Schack: 

Deja trabajar tranquilo a de la Flor,  a quien se le aprecia honrado, y envía  tus jaurías a perseguir a la pléyade de rateros y sin vergüenzas que, desde años atrás, vienen haciendo cera y pabilo de los recursos del Estado, no solo rapiñando los presupuestos de los obras sino también festinando recursos como sucede desde una década atrás en Piura con la ilegal permanencia del PECHP  y el PEIHAP, lo que ha dilapidado millones en el transcurso del tiempo.