LUIS CEVALLOS VEGAS: ENALTECEDORA RENUNCIA
(Piura, 25 julio 2018)
Luis Gulman Checa
Cual bálsamo para nuestra angustia y
decepción ante la podredumbre que emana, cotidianamente, donde pongamos el dedo, a lo
largo y ancho de nuestro asolado país, recibimos la renuncia
formal/irrevocable/inmediata del distinguido e intachable magistrado piurano
Luis Cevallos Vegas.
Basta y sobra un término para explicar la
ejemplar actitud del renunciante: DIGNIDAD.
Sentimiento propio de los seres humanos que se respetan y mantienen sus
propios valores por encima de cualquier consideración, incluida, la vida misma.
Así, el ilustre e intachable personaje, ante la aparición de una mácula afectando
su honorabilidad, a despecho que la misma proviniera de un ser de muy baja
estofa, renuncia a la sagrada responsabilidad que tenía sobre sí como es la
administración de justicia, lanzando el siguiente
claro mensaje:
Los jueces, no solo debemos
ser tan puros y limpios como la Virgen María en la Anunciación, sino que,
además, no podemos permitir que flote la menor sospecha sobre nuestro honor.
Considero este renuncia como una
reivindicación para Piura y los piuranos al habernos devuelto la esperanza que
en nuestra querida tierra no todo está podrido y sí quedan personas aptas para poner
el pecho y guiarnos en el arduo y escarpado camino que tenemos por
delante para alcanzar el lugar que nos merecemos y nuestros antepasados
bregaron para concedernos.
En la hora actual, cuando se debate qué hacer
o qué medidas adoptar para sacar al Perú del profundo pozo en el que se hunde cada
día más, Luis Cevallos, en un santiamén, nos ha iluminado revelándonos la
solución:
Todas aquellas
personas encumbradas, como era su caso al ocupar un sitial en la Suprema Corte
de Justicia, que tengan la más mínima sombra oscureciendo su accionar, como,
por ejemplo, incontables congresistas,
si tienen una pizca de amor por su país, renuncien a sus cargos lanzando un
rayo de esperanza a sus conciudadanos.
Paz y tranquilidad para el renunciante, por
cuanto, confío y espero que, en la representación congresal a elegir en el
próximo futuro - roguemos a Dios se ubique en las antípodas de la actual - él esté
a la cabeza de la misma.