¿TODOS ESTAMOS PODRIDOS?
(Piura, 17 mayo 2018)
Luis Gulman Checa
La pregunta del epígrafe me viene a la mente
leyendo la portada de la edición de “El Tiempo” del día de ayer:
¿Quién controlará más
de 400 obras que harán comunas y GR?
Analistas y fuentes de Contraloría opinan que vigilancia
de proyectos cedidos por la ARCC al GORE, municipios y la UNP, podría afectarse
por la sobrecarga.
No se requiere ser un genio para entender que
la citada información se basa y/o presupone que todos y cada uno de los entes
citados por los analistas están infectados, de pies a cabeza, por corruptos y/o
ineptos. ¿Por qué? Por cuanto, supongo, en atención a que el ladrón juzga por su condición,
consideran indispensable vigilarlos.
¿Por y para qué habría que ponerlos permanentemente bajo la lupa sino es para
que no roben?
Reitero, y seguiré insistiendo, que la obra pública está perfectamente
reglamentada/regulada/controlada de modo que, teóricamente, deviene en
imposible enriquecerse a costas de ella. Veamos:
·
El
primer paso consiste en tomar la decisión, al nivel correspondiente, de
ejecutarla.
·
Luego,
como un neonato, hay que obtener su partida de nacimiento.
·
A
continuación, viene la etapa de estudios cuya culminación queda plasmada en el
Expediente Técnico, es decir, el abc de la obra que precisará, al detalle, cómo
y en qué tiempo se construirá y cuánto le costará al erario.
·
Seguidamente,
el responsable de la entidad pública encargada de ejecutarla designará la Comisión
de Licitación integrada por miembros de la misma, pudiendo incorporarse
funcionarios de otros entes. (Por ejemplo, el Ing. Ramón Alcedo Ramírez
participó en todas las Comisiones de ENO S.A. acompañando a Aleksandar
Milojevic).
·
La
Comisión, previa preparación de las bases, convoca la Licitación Pública para escoger
cuál de los postores, se hará cargo de ejecutarla.
·
Paralelamente,
la entidad responsable, convoca un Concurso Público, designando otra Comisión
ad hoc que lo conducirá, para determinar quién supervisará al
contratista y/o ejecutor.
·
Adicionalmente,
el órgano respectivo de la entidad responsable, generalmente la gerencia de
Obras, estará, permanentemente, atenta y vigilante sobre el accionar de ambos:
contratista y supervisor.
Estimado lector, en atención a que lo
expresado líneas arriba se ajusta estrictamente a la realidad, ¿acaso el
aparato público no tendría que estar podrido hasta el tuétano para que la larga
lista de personas involucradas, en la ejecución de una obra pública, se pongan de acuerdo y le roben al fisco y a
todos los peruanos? (*)
El día de mañana, si Dios lo permite, contaré
una historia demostrativa que, la tan mentada Contraloría, es un disparate.
(*) Sin embargo, ¿cómo
diablos a pesar de los pasos descritos hay tanta corrupción en la obra pública?
¿Será porque designan ratas en vez de
gatos a la cabeza de los organismos?